El valle de Omo, que debe su nombre al río que lo atraviesa, forma un territorio triangular entre Sudán, Kenia y Etiopía. Esta región volcánica particularmente árida es el hogar de muchos pueblos con tradiciones ancestrales como los mursi…

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Una comunidad aislada:
Como pueblo seminómada que vive en Etiopía, los mursi rara vez entran en contacto con otros pueblos de la región con los que no se entienden bien y viven a decenas de kilómetros de las ciudades más cercanas. Existe una rivalidad constante entre los diferentes pueblos de esta región, donde la supervivencia es difícil, lo que a menudo requiere que la gente sea más fuerte que sus vecinos para beneficiarse de los pocos recursos disponibles.
Sin embargo, la armonía del grupo sigue siendo esencial; las reuniones de la aldea se organizan regularmente para tratar cuestiones de organización o desacuerdos y todos participan respetuosamente, incluso si, en muchos casos, la decisión es tomada por el miembro más antiguo de la aldea. Las habilidades de oratoria son muy apreciadas y estos grupos a menudo terminan con auténticas declamaciones teatrales.
Los mursi suelen llevar, independientemente de su sexo, una tela pegada a la cintura o al hombro que cubre parcialmente su cuerpo, pero es común que estén casi desnudos. Para protegerse del sol, los pastores en particular, se cubren con estiércol de vaca mezclado con cenizas.
Pero los cuerpos, tanto de mujeres como de hombres, suelen estar cubiertos de pintura y joyas. Utilizando piedra caliza y pigmentos que muelen, pintan sus cuerpos con distintas formas (puntos, trazos, círculos, imitación de pieles de animales, etc.), con un simbolismo poco conocido, pero a menudo ligado a la protección contra las fuerzas sobrenaturales o de la naturaleza. Los adornos, collares y pulseras están hechos de perlas y conchas.

Viven en cabañas redondas hechas de tierra, césped y ramas. Tienen una apertura muy pequeña para evitar el calor. Los mursi duermen en grupos de no más de cuatro, sobre pieles de animales, los cuales se enrollan durante el día y se cuelgan de las ramas de las cabañas.

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Actividades y estilo de vida:
Viven de la ganadería y la caza, realizadas por los hombres, pero también del cultivo de maíz y sorgo (una planta similar al maíz que es más resistente a la sequía), de lo cual son responsables las mujeres.

El ganado suele consistir de cebúes, un animal que es un símbolo de riqueza, cuyo ganado es transmitido por el hombre de la familia de generación en generación. No es tanto la carne de cebú la que se consume, reservada para las comidas festivas, sino su leche, así como la sangre que los mursi consumen al hacer una incisión en el animal vivo, para beberla y dotarles de fuerza y vigor.
La ganadería, por su función vital de alimento, tiene por tanto una gran importancia en la vida de los mursi; se encuentran los sonidos y las pisadas de los animales en los bailes (los brazos levantados de los hombres hacen referencia a los cuernos de los toros, las pisadas refiriéndose al golpeteo de los cascos de los animales, etc.). Aun así, los nombres de las personas a menudo se refieren a los animales y a sus colores.
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Mujeres con disco labial:
Cuando llegan a la pubertad, las mujeres mursi se perforan el labio inferior y, a veces, también el lóbulo de la oreja, el cual van agrandando poco a poco mediante trozos redondos de madera o de arcilla, llamados discos labiales, que aumentan paulatinamente su tamaño. Es uno de los últimos pueblos de África, junto con el pueblo vecino de Surma, en usarlos. Para colocar este ornamento labial llamado dhébé, se extraen dos incisivos inferiores y el usuario debe hacer movimientos lentos y relajados para mantenerlo en su lugar. Se desconoce el significado de los motivos decorativos atribuidos. El disco no tiene ningún significado aparte de su integración en el cuerpo femenino al cual se asocia.
Es a la vez el símbolo del inicio de su vida adulta como mujer, de su capacidad para dar a luz, pero también un símbolo de belleza y prestigio reconocido por la comunidad.
Aunque esta idea es muy polémica, a veces se dice que el origen de este ornamento se remonta al siglo XIX, durante grandes enfrentamientos entre tribus, las mujeres se mutilaban los labios para evitar ser esclavizadas por los grupos ganadores. Con el tiempo, el símbolo se habría convertido en un símbolo característico.
De todas maneras, el uso del disco labial queda reservado para las mujeres de familias numerosas. Así pues, se dice que el tamaño del disco de la joven corresponde al tamaño de la dote de ganado que se espera del futuro marido para el matrimonio. Las mujeres llevan sus discos hasta esa fecha, luego delante de sus maridos y durante las festividades del grupo. Se trata, por tanto, de un objeto ceremonial y social que va, en todo caso, en contra de su uso cotidiano en las actividades domésticas.
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Fuerza y rituales:
La Donga es un duelo muy popular, también practicado por los Surma, que cierra la temporada de lluvias y cosechas. Durante la celebración de este evento se ven a los jóvenes mursi, armados con bastones de madera dura, delgados pero pesados, de más de dos metros de altura, con un extremo en forma de falo tallado. Los jóvenes luchan generalmente desnudos, con pocas protecciones de fibra vegetal en la cabeza, las manos, los codos y las rodillas.

En este evento, en el que el objetivo es derribar a tu oponente -sin matarlo- y esquivar sus golpes, los jóvenes deben demostrar su virilidad y ser dignos de pedir la mano de una mujer. Así que esta es una batalla ritual que en realidad representa una de las etapas en la vida del joven mursi cuando se convierte en adulto. El vencedor es llevado triunfalmente a un grupo de jóvenes solteras en edad de casarse, de las cuales una de ellas lo elegirá como marido.
Sin embargo, la fuerza en la lucha es importante para los mursi, formidables guerreros que consideran que matar a un hombre, siempre que no sea de su grupo, es un acto digno de orgullo. Las batallas se organizan regularmente para entrenar a los jóvenes y mantener la agilidad de los mayores.
Con cada acto de valentía o cada hombre muerto, los guerreros escarifican el símbolo de una herradura primero en sus brazos y luego en el resto de sus cuerpos.

La escarificación femenina generalmente se reserva para el hombro, una razón tribal o se limita a pequeñas cuestiones estéticas. Pero también, las mujeres a menudo reciben escarificaciones en el estómago para proteger a la futura madre y a su hijo. Desde un punto de vista simbólico, la escarificación representaría para los mursi una forma de protegerse, a través de este gesto voluntario y controlado, contra los peligros en los que incurre la sangre que fluye, símbolo de la muerte, ya sea en relación con los combates o con el nacimiento de un bebé (riesgo de aborto espontáneo, de la muerte de la madre o del niño).

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En la actualidad:
Aunque la caza se realizaba con arcos y flechas, la introducción gradual de las armas de fuego comenzó a cambiar el patrón de consumo y los hábitos de los mursi, a medida que la caza se fue volviendo más productiva, pero al mismo tiempo, la caza se fue volviendo más escasa. Las especies silvestres (leones, elefantes, jirafas, antílopes, etc.) forman parte del Parque Natural de Omo, pero no se benefician de ninguna política nacional de protección excepto la reciente prohibición progresiva de la caza.
Además, actualmente hay menos de 10.000 de ellos y este número está disminuyendo debido a la reducción de sus territorios, para convertirlos en parques nacionales, que los están dejando aislados en tierras que también pertenecen a otros grupos étnicos en el Valle de Omo, lo que está provocando enfrentamientos cada vez más mortíferos. Los recursos son escasos, por lo que la rivalidad es cada vez más violenta. A su vez, el aumento de las sequías y la multiplicación de las presas en el río por parte de los estados fronterizos impiden las inundaciones naturales del Omo, que permitían a los diversos pueblos nómadas vivir en condiciones de autosuficiencia. Los turistas son ahora muy bien aceptados por los mursi y otros pueblos del valle de Omo, especialmente por su riqueza. La población local se ha acostumbrado a negociar sistemáticamente las fotos tomadas por los turistas a cambio de un poco de dinero. Grupos de jóvenes esperan a menudo al borde de la carretera con la esperanza de ver pasar un coche de turistas interesados.
Autora: Estelle Pautret
Traducción de: José Andrés Cornejo Cárcamo
Para más información:
- Eczet, Jean-Baptiste, « Les belles idées de la défigurée : à propos du plateau labial des Mursi (Éthiopie) », 10/2012. Disponible en: http://journals.openedition.org/imagesrevues/2501
- Le peuple Mursi (texte 1), Toi qui viens d’Éthiopie, 12 de diciembre 2007. Disponible en: http://www.toiquiviensdethiopie.com/?p=244
- Le peuple Mursi (texte 2), Toi qui viens d’Éthiopie, 2 febrero 2008. Disponible en: http://www.toiquiviensdethiopie.com/?p=588
- « Mursi d’Éthiopie ». Le magazine des bouts du monde. Disponible en: http://mag.bouts-du-monde.com/peuples/mursi.htm
- « Mursi Surma/Éthiopie ». Formes et matières d’Afrique. Disponible en: http://africa.ubangi.collection.overblog.com/2014/11/mursi-surma-ethiopie.html
Fotografías por: CC by SA – Ann Porteus, David Stanley, Lip Kee, Rod Waddington.